Inspirado en el poema de Mirta Aguirre, Elegia II
A la voz de tu mirada
Se doblegó mi costumbre,
Tan sedienta de esa cumbre
Que en tu alma ya está olvidada.
A la ternura enramada
En el rol de acariciarse.
Pero al ver desmoronarse
Aquella torre construida
A vivir sin tener vida
No es fácil acostumbrarse.
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